“Matemos a Miguel Ángel Asturias”
Mario Roberto Morales.
“Yo escribo sobre Asturias, porque Asturias escribió, Hombres de Maíz.”
Luis Cardoza y Aragón.
En la avenida La Reforma, en la ciudad de Guatemala, se erige la escultura que el artista Max Leiva, realizó en conmemoración del centenario del nacimiento del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias. La escultura en bronce, muestra a un Asturias imponente, austero y barrigón, una escultura muy realista y dinámica, pero que, como otras obras de arte desperdigadas por la ciudad, terminan fundiéndose con el paisaje.
Cuando estudiaba el ciclo de educación básica, (que a decir verdad es una exageración llamarla básica), me dijeron: “ya te va a tocar leer El Señor Presidente” Lo decían, con un deleite sádico; para ellos había sido una tortura. Conforme avanzaron los años, nunca leímos a Asturias. Leímos en cambio, un librito, “Café de Artistas” del otro Nobel Camilo José Cela ¿?...
A Asturias lo leí después, en el bachillerato, por cuenta propia, me gustó mucho, especialmente, Hombres de Maíz. Leí todas sus novelas, he olvidado algunas, pero solo releería Hombres de Maíz.
Naturalmente, leí la Obra de Mario Roberto Morales, después de leer a Asturias, y también disfruté de su grito parricida (en el epígrafe de arriba), una suerte de homenaje que reclamaba nuevas y originales voces.
La escultura de Asturias, es intimidante, como su obra, plantarse frente a ella, equivale a sentir que serás arrollado por un gigante. Y en muchos casos, eso sucede. El maestro en la escuela, te deja obligatoriamente que leas Leyendas de Guatemala, que hagas un resumen, y luego te hace un examen, el resultado: odias a Miguel Ángel Asturias por el resto de tu vida. La mala educación te lleva a malas conclusiones.
El otro día, estaba en una de esas hermosas librerías de Guatemala, ubicadas en opulentos centros comerciales, (donde no faltan las señoras emperifolladas y niñas “cool” comprando libros de vampiros enamorados), cuando escuche a una de estas señoras decirle a un encargado de tienda: Disculpe, tienen el libro, Hombres de Maíz, pero resumido, es para mi hija, y entre menos lea mejor, porque tiene muchas tareas. La frase elocuente, me dejó un tanto perplejo, solo un tanto. Es de esperarse este tipo de ideas frente a Asturias, seguro que a ella la obligaron a leerlo.
Guatemala, siendo realistas, es un desierto de letras, no tengo las cifras, tampoco me interesan, pero se que el porcentaje de lectores es bajo, el porcentaje de lectores de Asturias, más bajo; se que entre los que han leído a Asturias, no todos reconocerían su rostro en una foto, y me atrevo a pensar que menos lo reconocerían en una escultura.
De las manos de Asturias-escultura, están sujetos dos libros, que dejan caer hojas hasta el suelo: las hojas sueltas, la palabra de Asturias regada tras su paso, como lluvia sobre este suelo desértico.
Hoy, he pasado frente a la escultura y reparé inmediatamente en la ausencia de las hojas de bronce, noticia recientemente comentada con un amigo en el Club de lectura virtual Los Buc Buc. Todos lo lamentamos. De la mutilación de la escultura, se ha dicho: “es una mutilación de la capacidad de pensar”, o “la paradoja que ridiculiza nuestra intelectualidad contemporánea”.
Debo ser honesto, la escultura mutilada me ha gustado más así, la dota de un nuevo significado: las hojas están ahora, sujetas a las manos de Asturias-escultura, libres de ser pisoteadas por la mala educación, cercanas a él, que nos invita a buscarlas, a llegar a ellas voluntariamente.
Se dice, que las hojas de bronce fueron cortadas por personas que recolectan metales para reciclaje. Yo, por mi parte, no estoy tan seguro, me gusta imaginar, que fue alguien, que, como los primeros cristianos, se acercaban a cortar un trozo del madero donde murió Jesús, o como los inocentes turistas que llegaban a la Gran Muralla China y se llevaban una piedra como suvenir, o los románticos que guardan un poco de arena de cada playa que visitan. Nadie que le quite un grano de arena a la playa, destruye la playa. La naturaleza, busca su equilibrio.
Me he extendido demasiado, así que termino ya con palabras de quien mejor escribió sobre Asturias, Luis Cardoza y Aragón (a quien personalmente admiro más) que en su libro Miguel Ángel Asturias Casi Novela, dijo sobre el Nobel: “Aplaudirlo todo o desecharlo todo es tontería y cinismo”.