jueves, 8 de marzo de 2012

Rompecabezas

Un hombre sale a la calle a comprar cigarrillos y preservativos, en su camino encuentra a un anciano, barbado, con el cabello largo y sucio. A la usanza de los profetas bíblicos, pensó. Se vieron, breve pero intensamente. El anciano le pide una corona en un idioma extraño, pero que el hombre ha logrado entender. Lo esquiva, inútilmente,  el anciano se apresura y  de nuevo le pide una corona. El hombre,  se turba con la mirada azul de aquel anciano que exige una corona en un idioma extraño. Los lugareños y transeúntes se ríen, y le dicen al hombre que no se asuste, es solamente un loco.  El hombre regresa a su casa, confundido, hace el amor por horas. Al terminar, la mujer le pide un cigarrillo.  Pero si tú no fumas, reclama él. Ella lo prende y exhala un ondulante anillo de humo. A veces pienso, dice ella, mientras recuerda su vida difícil, que este planeta no es más que un gran rompecabezas que un dios le ha dado a su hijo para que se entretenga, cuando el pequeño hijo de dios lo arme, de pronto, apareceremos en lugares diferentes, tú como un magnate en Dubai, y quizás yo como una mucama en un hotel de Nueva York. Este mundo, tal como lo conocemos, es el caos. ¿Cómo será ese orden? El hombre, confundido, comienza a percibir extraño su entorno. De pronto, recuerda que ha comprado cigarrillos en la farmacia, quizá la mujer no deliraba, y aquel que tomó por loco, era un verdadero rey desorientado. Quizá había presenciado ya un movimiento en ese panorama de piezas distribuidas en orden aleatorio, pero siente miedo y cierra los ojos. Está intentando  convencerse de que todo está en el lugar que debe estar.